Rock y machismo: un matrimonio (demasiado) exitoso

Musica | 2022-03-21 15:29:51

De Cristina Plate a los grupos femeninos de los 80, un largo y muy pedregoso camino recorrieron y recorren las damas rockeras argentinas

En el libro Brilla la luz para ellas, donde Romina Zanellato cuenta la historia de las mujeres en el rock nativo, la periodista destaca que en los albores del género, quienes escribían en la emblemática revista Pelo eran “bravísimos”. “Hay notas en las que hacen a las mujeres preguntas muy violentas, como por ejemplo: ¿cómo dormís sabiendo que trabajás para embrutecer a la audiencia?”.

Machismo hubo y hay -hoy en día un poquitito menos- a la vuelta de cada esquina, pero en el universo del rock hay que reconocer que siempre estuvo potenciado. No se trata de un fenómeno local. No obstante, aquí vamos a ello, de manera que el capítulo internacional lo dejamos para otra nota o, directamente, a los periodistas de otros países.

Hagamos un ejercicio. Hablemos de los pioneros del rock nacional y, en ese contexto, preguntemos cuántos conocen a Cristina Plate, Carola, Mirtha Defilpo, Gabriela y María Rosa Yorio. Sin temor a equivocarnos, podemos afirmar que el 99,99% sólo sabe de la existencia de Yorio, y por arribita.

Lo cierto es que, antes que ella, Cristina Plate fue la primera mujer que grabó un disco enmarcado en lo que luego se conoció como rock argentino. El sello Mandioca, la marca registrada del género en sus inicios, editó dos simples de la actriz y modelo ligada al entonces vanguardista Instituto Di Tella. En 1968 se publicó el que incluía los temas Para dártelo todo y Paz en la playa, y en 1969 apareció el segundo con las canciones Viejo amigo y Muchacho de pan.

La voz lírica de Cristina Plate y, sin dudas, el hecho de que estuviese ligada al modelaje, hicieron que no fuese considerada “del palo”. A punto tal que la inmensa mayoría reconoce como la primera mujer del rock nativo a Gabriela Parodi, conocida por su nombre artístico Gabriela. Ella encajaba mejor con “los pioneros”, a punto tal que en su primer álbum, que llevaba su nombre, la acompañaron Edelmiro Molinari, David Lebón, Litto Nebbia y Oscar Moro.

Gabriela llegó a tocar incluso en la segunda edición de BA Rock. Pero más allá de los aplausos y el pedido de bises, se topó con un ambiente hostil al crecimiento de las mujeres y se marchó del país. Cristina Plate, en tanto, ya estaba en Italia.

En Europa y en Estados Unidos Gabriela logró un reconocimiento enorme. Aunque recién en 1981 grabó su segundo LP, luego vinieron seis más. Y Detrás del sol (1997) fue elegido por la revista estadounidense Acoustic Guitar como uno de los 10 mejores discos de la década, al tiempo que recibió un prestigioso premio de la prensa alemana de nombre imposible de pronunciar (Deutschen Schallplattenkritik).

Estuvo acompañada por el innovador guitarrista Bill Frisell y por un violinista, un acordeonista y un contrabajista de aquel país, todos pertenecientes a la vanguardia musical californiana.

Es muy común que se hable de Gabriela y María Rosa Yorio como de las mujeres pioneras del rock nacional. Pero hay que recordar a Carola (Carolina María Fasulo), una de las primeras -sino la primera- en hacer blues, quien editó Damas negras (1974). Y a una de las mejores poetas, entre hombres y mujeres, que tuvo el rock argento: Mirtha Defilpo. Grabó el LP Canción para perdedores (1976), un disco que hasta los coleccionistas no pueden hallar. Pero además fue autora y coautora de más de 60 temas con Litto Nebbia, para entonces su pareja.

Su poesía exquisita, profunda, desgarradora, alcanzó el cenit en el emblemático disco Melopea (1974), cuyo título tomó el otrora líder de Los Gatos para bautizar luego su sello discográfico independiente.

Cuando Mirta falleció, Litto Nebbia respondió un mensaje que le envió el periodista Mariano Del Mazo contándole que “mientras duró nuestra relación sentimental escribimos más de 60 canciones con Mirtha Defilpo. La mayoría están en los álbumes de casi mediados del 70: Melopea, Fuera del cielo, El vendedor de promesas, Bazar de los milagros, entre otros. Hasta llegamos a grabar un disco a nombre de ambos, cantando ella, que fue publicado en México: Toda canción será plegaria. También produje su único disco solista, Canción para perdedores”. El texto está fechado el 27 de julio de 2011.

Hasta María Rosa Yorio, sin dudas la chica más aceptada y reconocida de los primeros tiempos del rock argentino, pese a su bellísima y dulce voz siempre fue “la corista de Sui Generis”, “la vocalista de PorSuiGieco” (súper banda formada por Raúl Porchetto, Nito Mestre, Charly García y León Gieco), aunque ella no aparece en el nombre del grupo, “la voz femenina de Nito Mestre y Los Desconocidos de Siempre”; incluso muchos se referían a ella como la madre del hijo de Charly, primero, o la pareja de Nito, después.

Lo cierto es que Yorio le puso voz a un tema del único disco que editó PorSuiGieco, que a la postre se convirtió en una de las mejores baladas de la historia del rock nacional: Quiero ver, quiero ser, quiero entrar. En 1980 inició una carrera solista que la llevó a grabar 7 discos.

En el primero, Con los ojos cerrados (tema de David Lebón que un año más tarde grabaría Serú Girán bajo el título Parado en el medio de la vida), tuvo la colaboración de Charly García, Juan Carlos “Mono” Fontana (tecladista de Spinetta Jade), Nito Mestre, Alejandro Lerner, el propio Lebón y una adolescente de 15 años llamada María Gabriela Epumer, quien pronto destacaría en la escena rockera argentina.

LA EXPLOSIÓN DE LOS 80

El primer grupo de rock nacional íntegramente formado por mujeres fue Rouge. Nació en 1978 con María Gabriela Epumer en guitarra y voz, Claudia Sinesi en bajo, Andrea Álvarez en batería y Ana Crotti en teclados.

A Rouge le ocurrió algo increíble. Como la banda hacía versiones de temas en inglés (muchas realmente brillantes), la prohibición de cantar en ese idioma que sobrevino con la Guerra de Malvinas le jugó en contra. Si bien siguió un tiempo con varios cambios, su esencia se perdió y con ella el grupo.

Epumer y Sinesi formaron en 1983, junto con Mavi Díaz y Claudia Ruffinatti, otra banda de chicas: Viuda e Hijas de Roque Enroll. No obstante, el estilo poco y nada tenía que ver con el de Rouge. Conformaron lo que en ese entonces algunos llamaron rock divertido. Mucha ironía en las letras, vestuario extravagante, ritmos bailables y una sana actitud de “digan lo que quieran que nos importa un bledo”.

En 1984 lanzaron su primer LP, desde el cual sorprendieron a una audiencia pacata al convertir la expresión Fondo Monetario Internacional en el estribillo de una canción de desamor que hizo bailar a todo el país.

Primero integrante del grupo femenino Las Bay Biscuits y luego de Los Twist, Fabiana Cantilo se erigió quizás en una de las mujeres más influyentes y/o populares del rock nacional. Fue la voz femenina de Superlógico, de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, de Charly García solista y de Fito Páez, entre otros.

En 1985 se fue de Los Twist para grabar su primer disco solista, Detectives. El cimbronazo casi acaba con la banda de Pipo Cipolatti y Daniel Melingo. Fue el comienzo de una carrera que hoy cuenta con trece álbumes en estudio, uno en vivo, seis compilaciones y decenas de colaboraciones. Su excelente interpretación de Mi enfermedad, canción escrita por Andrés Calamaro, destaca entre sus numerosos éxitos.

Claudia Puyó, apodada por algunos “la Janis Joplin argentina”; Hilda Lizarazu, reemplazante de Cantilo en Los Twist e integrante del dúo Man Ray; la tremenda baterista Andrea Álvarez; “la dama del bajo” Gabriela Martínez, del grupo Las Pelotas y discípula nada menos que de Machi Rufino (Pappo’s Blues, Invisible, Spinetta solista, entre otros), son parte de una extensa lista que siempre será muy parcial, pero que pretende combatir la invisibilización de las mujeres en el universo rockero argento, algo que, como se vio, comenzó a cambiar -alguito nomás- en los 80.

Y fue precisamente en esa década, en el año 1982, que irrumpió sobre los escenarios una de las voces más potentes que conoció el género: la de Patricia Sosa, líder de La Torre, banda de hard rock que grabó seis discos hasta 1988. Luego, Sosa inició una carrera solista en la cual se volcó decididamente por el género melódico.

Y si de voces potentes hablamos, en ese mismo 1982 a todos se les erizó la piel con los agudos de Celeste Carballo cantando Me vuelvo cada día más loca, tema que dio nombre a su primer disco. Después vinieron 15 elepés más, incluyendo el dúo que formó con Sandra Mihanovich (Sandra y Celeste). La canción Es la vida que me alcanza fue elegida por músicos, productores y periodistas especializados como la número 73 en la lista de las 100 mejores de la historia del rock nativo.


Por Carlos Altavista