Con tres nuevas sedes y una puesta en valor de su fachada, la Biblioteca Nacional busca también optimizar sus servicios y ampliar su público

Cultura | 2021-11-09 12:23:20

Juan Sasturain, su director, aspira a convertir la institución no solo en un "ícono de la arquitectura porteña", sino también en "la nave insignia de todas las bibliotecas del país".


Luego de la virtualidad impuesta por la pandemia, Juan Sasturain, quien asumió la dirección de la Biblioteca Nacional (BN) en enero de 2020, busca ahora ampliar los horizontes de la institución.

En 2023 se cumplen 100 años del nacimiento de Clorindo Testa, el responsable del diseño del gran Gliptodonte, como él mismo llamaba al edificio de la biblioteca, cuyas líneas obedecen a la corriente arquitectónica conocida con el nombre de “brutalismo”. Este hecho parece ser un buen estímulo para poner en valor la fachada y agregarle elementos concebidos por Testa que nunca llegaron a colocarse, pero también para aprovechar las posibilidades de la presencialidad y expandir la Biblioteca en nuevas sedes no como una forma de agregarles metros cuadrados, sino como un modo de optimizar servicios y llegar a un público más amplio.

Estas nuevas sedes estarán en Mar del Plata, Córdoba y Salta. Paralelamente, además, se está restaurando el viejo y hermoso edificio de la calle México en la ciudad de Buenos Aires, aquel que despierta la nostalgia de los lectores que lo visitaban, al recordar sus estanterías de madera oscura, sus grandes mesas de lectura y sus luces con tulipa de vidrio verde que le daban un reflejo vegetal a todo texto.

En homenaje a Testa “queremos que la Biblioteca se imponga como ícono de la arquitectura porteña, por eso los trabajos de mantenimiento y restauración de la fachada (hay un crédito millonario para financiar la obra) y el acabado final, eternamente postergado, de algunos detalles del proyecto original, como los parasoles de las ventanas, tan necesarios y nunca instalados”, le dice Sasturain a Télam.

Y agrega: “Nos esperan dos años de trabajos para dejar al ‘Gliptodonte’ de Testa como se merece”. Ese gran animal prehistórico que es la BN según su propio creador, tiene una parte subterránea donde se guardan los libros, lo que es una diferencia notable respecto de la mayoría de las bibliotecas, donde estos se depositan en alturas que puedan protegerlos de la una posible inundación por la ruptura de un caño o por un exceso de lluvia. En el proyecto de Testa, la parte baja de la biblioteca fue acondicionada especialmente, casa “blindada” para que esto no suceda. Como un símbolo de la elevación que produce el conocimiento, los libros “ascienden” al lector en vez de “descender”. El gran edificio consta de nueve pisos.

Además, informa Sasturain, “está el edificio histórico de calle México, en el barrio porteño de San Telmo, adonde la Biblioteca funcionó hasta 1992, que se está restaurando, una tarea que se impuso desde el comienzo de su mandato el ministro y compañero Tristán Bauer”.

El director de la BN explica que partiendo de la concepción de “una Biblioteca Nacional como nave insignia que traza las grandes líneas directivas para todas las bibliotecas del país, que brinda asesoramiento y capacitación y que pone a disposición su catálogo editorial y el acceso virtual directo a su acervo, se han firmado acuerdos para abrir tres nuevas sedes en otras ciudades”. Una se ubicará en Mar del Plata, entre las calles Catamarca y 25 de Mayo y llevará el nombre de Ricardo Piglia; la otra, “cedida” por la municipalidad de Córdoba, se ubicará en esa ciudad. Se trata de “un hermoso espacio en el Cabildo que se llamará Juan Filloy”; y la otra se ubicará en Salta, bautizada Juana Manuela Gorriti.

Según explica, estas tres nuevas sedes “no serán una sucursal o una simple dependencia. Vienen de una idea concebida a finales de la gestión de Horacio González por Elsa Rapetti, hoy vicedirectora de la Biblioteca, y Roberto Arno, director de la Coordinación Administrativa, a partir de las experiencias recogidas en sus viajes por todo el país en aquel momento llevando libros, apadrinando iniciativas y dando cursos de capacitación bibliotecológica. Esta iniciativa, hoy, surge de una voluntad bilateral y mantiene el concepto de una Biblioteca Nacional que funciona como nave insignia que traza los grandes lineamientos del resto de las bibliotecas”. Estas sedes provinciales serán decisivas en la realización de dos grandes tareas pendientes: “el censo nacional de bibliotecas y la confección de la bibliografía nacional, con el registro y la totalidad de lo publicado en el país. Hay muchísimos libros y editoriales de los que la Biblioteca Nacional -donde debería estar todo- tiene un registro parcial o no tiene ninguno”.

Las sedes, continúa diciéndole a Télam, “funcionarán además como centro de presentaciones, muestras, conferencias y espectáculos producidos en el lugar u originados en la Biblioteca Nacional y trasladados puntualmente.” En este momento se está trabajando en el acondicionamiento de esos edificios como en la incorporación del personal a cargo.

“En el ámbito estrictamente bibliotecológico –agrega- con los servicios virtuales, la capacitación y asesoramiento y las tareas de recolección bibliográfica hay muchísimo por hacer. Aparte de la posibilidad de desarrollar patrimonio propio original.”