"Malvinas y el rock", una muestra esencial

Musica | 2021-12-04 10:07:48

La resistencia de la cultura en tiempos oscuros

El Museo Malvinas es el lugar ideal para la exposición que pone el foco en esa triste bisagra de la historia argentina, y que integra además una bella serie de fotografías tomadas en De Ushuaia a La Quiaca, la inolvidable aventura artística de León Gieco y Gustavo Santaolalla.

La carcajada de León Gieco traspasa la foto en blanco y negro y se adivina en el aire del Museo Malvinas. Aníbal Kerpel, de perfil, lo mira asombrado con la mueca de una sonrisa. Gustavo Santaolalla, casi de espaldas, está tocando la guitarra. Hay otra foto impactante: León con Leda Valladares en el Anfiteatro Natural de Piedra de los Valles Calchaquíes (Salta). Recorrer la muestra Malvinas y el Rock, con la exposición temporal De Ushuaia a la Quiaca, las fotografías de Alejandra Palacios, gran cronista visual de una sensibilidad inaudita que documentó la gira diseñada y realizada por Gieco y Santaolalla entre 1981 y 1984, es como caminar por los diversos paisajes de las provincias argentinas de la mano de los músicos locales. Como si las imágenes de Palacios, curadas por Camilo Carbajal, tuvieran la capacidad de transportar a cada uno de los visitantes a 4000 metros de altura en Iruya, o lograr que, aún los más pataduras, se animen a bailar una chacarera, como lo hizo León con Melchora Abalos en Amaicha del Valle (Tucumán).

La lluvia impertinente cambió la apertura hacia el interior del Museo Malvinas. Alejandra Palacios, que vive en Estados Unidos junto a su marido, Gustavo Santaolalla, reveló que sacaron más de 8000 fotos en esa gira monumental, la gran mayoría en blanco y negro, en la que se realizaron 450 conciertos y se grabaron tres discos. Las fotos exhibidas en la exposición son en blanco y negro. Para la fotógrafa el viaje al Noroeste, cuando se encontraron con Leda Valladares, Gerónima Sequeida y Sixto Palavecino, entre otros, fue inolvidable.

Ushuaia es otro lugar “muy querido” para Palacios porque estuvieron con la hija de Violeta Parra, Isabel Parra, que cantó con León frente al canal de Beagle “por un pedazo de tierra no quiero guerra”. Para poder tomar las fotos tenía que esperar a que terminaran de grabar y filmar porque “no podía hacer ruidos”. “Yo no estaba para hacer fotos artísticas, sino para registrar los eventos de lo que estaba sucediendo”, aclaró Palacios y confirmó que entre sus fotos más queridas está la de Leda Valladares, en Tilcara, y a los lejos se ve un autito en movimiento: “Leda les dio la posta a León y Gustavo, a los muchachos del rock, como si fueran los únicos que pudieran realmente entender lo que era el voltaje de la música del interior, tomada desde las raíces”. Hubo un antes y un después de esa experiencia para Palacios. “Ese viaje me cambió la vida: era una persona cuando entré y salí otra”.

Mirar las estrellas
“¿De qué se ríe León?”, preguntó una de las visitantes, señalando “la foto de la carcajada”. Palacios respondió: “Se la pasaban riendo; es el día de hoy que se juntan y se matan de la risa”. El Museo Malvinas, dirigido por el periodista y escritor Edgardo Esteban, busca construir memoria y el rock “une pueblos y generaciones”. Malvinas y el Rock se propone visibilizar la diversidad de expresiones musicales que dan cuenta de que las Malvinas son argentinas. Antes y durante el conflicto bélico de 1982, el rock argentino se pronunció sobre la guerra de Malvinas. La exposición De Ushuaia a la Quiaca es parte de un trabajo conjunto en torno al rock, impulsado por la secretaría de Patrimonio Cultural en tres museos: además del Malvinas, el Museo Histórico Nacional y La Manzana de las Luces.

Esteban informó que por “un problemita” de salud León no pudo participar de la inauguración y recordó cuando en el año 2000 acompañó a Gieco a la Antártida, “una experiencia maravillosa, con mucha tensión porque estaban las fuerzas armadas, pero a medida que León cantaba se fueron soltando”, detalló el director del Museo Malvinas, autor de Iluminados por el fuego y Tres golpes en la ventana, entre otros libros. Después de ese recital, todavía en la Antártida, León le preguntó a Esteban: “¿Qué podemos hacer?”. La propuesta llegó sin dudar: “Lo único que nos queda es ir a ver las estrellas”, sugirió Esteban. “¡Pero nos vamos a morir de frío!”, exclamó León con la evidencia empírica de su lado. Esteban, León y Hugo Soriani, director general de Página/12, se abrigaron mucho y los tres fueron a ver las estrellas en la Antártida. Gustavo Taranto, que tenía un teléfono satelital, lo llamó a Charly (García), “que nunca le creyó (a Gieco) que estaba viendo las estrellas en la Antártida”.

“Malvinas tiene que ser el rescate de lo colectivo; la consigna tendría que tener el gobierno nacional es que Malvinas nos une”, precisó el director del Museo y se refirió a una foto en blanco y negro de las islas, que se puede ver en la muestra, con la leyenda impresa “próximamente”. Esteban hizo hincapié en “una utopía que ojalá se haga pronto realidad”: que un día León Gieco y Gustavo Santaolalla canten en las islas Malvinas, una asignatura pendiente, y que Alejandra Palacios saque las fotos. “Inmensidad de un amor que va encendido/ Eternidad que se hace canción/ para quedar en los caminos/ como un bálsamo de los días vividos”, recitó Esteban un fragmento de la canción “Donde caen los sueños”, de Gieco.

Conectar juventudes
La directora nacional de Museos, Marisa Baldasarre, ponderó las “increíbles” fotografías de Palacios y “la línea del tiempo” Malvinas y el Rock -que también forma parte de la muestra- y anunció las próximas actividades que se desplegarán en dos museos más: Manzana Rock, en la Manzana de las luces, el domingo 12 de diciembre, con un show en vivo de Weste (a las 19.30), formación que explora una conjunción de sonidos nuevos mezclados con electrónica e instrumentos folclóricos del mundo, y el cierre con Hilda Lizarazu (a las 20).

El sábado 18 de diciembre, en el Museo Histórico Nacional, se inaugurará Los 80. El Rock en la calle, exhibición sobre la historia del rock argentino que pone el foco en una de las etapas más importantes: la década que se inicia con la guerra de Malvinas y se extiende hasta los comienzos de los años 90. “El rock nacional fue la banda de sonido de nuestra infancia, del pasaje de nuestra infancia a nuestra adolescencia y nuestra primera juventud”, reconoció Baldasarre y admitió que uno de los objetivos es trabajar con el significante “juventudes” para conectar “los que fueron jóvenes y produjeron esta música, pero también pelearon en la guerra y militaron en la década del 80, con las juventudes de hoy”.

El ministro de Cultura de la Nación, Tristán Bauer, reflexionó sobre lo que implica estar en un museo dedicado “a nuestras islas”, donde la palabra soberanía tiene un sentido “muy intenso”. Para Bauer, “el trabajo de León Gieco y Gustavo Santaolalla tiene que ver con la construcción de nuestra soberanía” y comentó que le impresionó ver retratada “con el ojo de Alejandra” a Leda Valladares, “una mujer extraordinaria que tuve la suerte de conocer, una maestra que me ayudó mucho en mis inicios de documentalista y que también construía soberanía”, planteó el director de Cortázar, Evita, una tumba sin paz, e Iluminados por el fuego, entre otras películas.

El ministro de Cultura elogió el ojo y la sensibilidad de Palacios. “Alejandra con su cámara, con ese click del obturador, congeló el tiempo y nos permite reconstruir un momento imprescindible para la cultura argentina, esa gira de Ushuaia a la Quiaca de dos artistas y toda su troupe”. Bauer retrucó la humildad de Palacios: “Dijiste que no fuiste como artista y eso no es cierto; son retratos donde el arte y la belleza están muy presentes”. Después recordó la reciente celebración del cumpleaños 70 de Gieco en el CCK, con ese video que hicieron con Santaolalla “que nos hizo llorar a todos hablando de la amistad”, y añadió que León “conecta con los que fueron jóvenes y con los que son jóvenes en este momento”.

Viaje que recién comienza
“De Ushuaia a la Quiaca parte de una improvisación y con las improvisaciones no se sabe muy bien qué va a pasar. De Ushuaia a la Quiaca fue increíble por tener el aval de gente como Violeta Parra y después Leda Valladares”, confiesa León. "Leda conoció a Violeta en París y las dos hablaron preocupadas por las músicas campesinas que nadie grababa. La forma de hacer algo por eso fue hacer De Ushuaia a la Quiaca y amplificar esas músicas en muchos más oídos. Si Violeta escuchara en este momento De Ushuaia a la Quiaca, diría: ‘bien muchachos, sigan con esto’”, afirma “uno de los hombres más luminosos de la cultura argentina”, como lo definió Eduardo Fabregat.

León cuenta que tanto él como Santaolalla tuvieron algunos discípulos, como el Chango Spasiuk, “haciendo de Misiones como un gajo de Ushuaia a la Quiaca”, y José Schuap, actual secretario de Cultura de Misiones, que “salió en micro a tocar con artistas increíbles y desconocidos”. León lanza una propuesta: “Si yo fuera gobierno, mandaría a hacer un relevamiento de esas músicas desconocidas, ancestrales y delirantes, como decía Leda Valladares”.

Que se haya inaugurado una muestra con las fotos de Palacios, que documentó la gira diseñada por Gieco y Santaolalla, entre 1981 y 1984, “es señal de lo atemporal que son las coplas y nuestro trabajo”. León advierte que no se puede ver esta experiencia “como algo que ya fue”, sino que prefiere recuperar lo que decían cada vez que cerraban un capítulo De Ushuaia a la Quiaca, pedido por Juan Alberto Badía: “Es un viaje que recién comienza”. León continúa su apuesta: “De Ushuaia a la Quiaca hay para rato; que quede como un comienzo y no un final”.

Durante la guerra de Malvinas hubo un decreto de la dictadura cívico militar que prohibía pasar por la radio música cantada en inglés. “Unos bestias, unos idiotas, como si los Beatles, los Rolling Stones o Shakespeare tuviesen algo que ver con Malvinas. Un verdadero asco, una repugnancia. No sirvió de nada, solo para destruir, como hacen los militares”, subraya Gieco y repasa la historia de sus dos guitarras marca Takamine que se exhiben en el Museo Malvinas. Esas guitarras japonesas, del año 78, lo acompañaron durante muchos años.

“Originalmente eran normales, pero las hice filetear por el maestro Luis Zorz, un heavie que fileteaba micros, quioscos y librerías, y trataba siempre de mantener el arte del fileteado; un arte que comienza en Europa y termina amigándose con el bandoneón, un instrumento que también es de Europa, y a las dos cosas se las comió el tango", explica León. "Hoy el fileteado es la calle Corrientes y el bandoneón toca tango, no toca Mozart o Beethoven para acompañar los entierros, para lo cual fue hecho el bandoneón. Por eso y por otras cosas más el tango es re grosso en el mundo. Y por eso el director de Ushuaia a la Quiaca, Gustavo Santaolalla, terminó haciendo Café de los maestros, la película de tango con los más antiguos exponentes de esta música que se las trae”.

Con el fin de la lluvia, la apertura continuó en el exterior del Museo Malvinas, con un emotivo recital de Ligia Piro y Bruno Arias, quien interpretó la chacarera “Hermanos de Malvinas”: “golpeaba el viento más fuerte y el silencio se rompía cuando del cielo caía lluvia de pólvora y muerte”. La memoria –como cantó Arias- es un campo de batalla.

* La exposición se puede ver visitar los viernes de 11 a 17, los sábados de 14 a 19 y los domingos de 14 a 18 horas, con entrada libre y gratuita en Santiago de Calzadilla 1301.


Por Silvina Friera