Este jueves se estrena Las corredoras, la nueva aventura del actor y su “director feticheâ€, Néstor Montalbano; qué va a pasar con Peter Capusotto y sus videos, su mirada de la actualidad socio-polÃtica y lo que han generado sus personajes
Lejos de los personajes televisivos a los que les brindó rostro, trabajo, alma y hasta apellido. Cerca del actor, profesión en la que busca el desafÃo y la mejora constante. Diego Capusotto vuelve al cine, con una interpretación alejada de su máscara más popular, pero muy cercana a la sensibilidad, a una composición que implica riesgo, huir de su zona de confort. En Las corredoras, la pelÃcula de Néstor Montalbano (Soy tu aventura, Pájaros volando, No llores por mÃ, Inglaterra) que llega este jueves 23 a los cines, el actor se divide en tres personajes: Alejandra, su esposo Mirko y el capataz Gonzalo, que a lo mejor son todos parte de una misma esencia. O a lo mejor no.
Un trabajo que lo seduce, pero que al mismo tiempo, por su complejidad, lo empuja a la autocrÃtica: “Fue un desafÃo personal, no porque no estuviera convencido sino porque me predispuso a trabajar el personaje de una manera distinta a como venÃa haciendo otros. Sobre todo los que estuvieron más ligados a la comedia, donde siempre la construcción es más desbordada. Tuve una previa que me generó contradicciones, vacÃo, dificultades, pero por otro lado ganas de sobrepasar todo eso y ganas de ser ese personaje. Fue muy interesante, un cambio importante hacer personajes con contenido dramáticoâ€.
–Es difÃcil encuadrar a Las corredoras dentro de un género cinematográfico.
–Es que es una especie de cruce de géneros. Tiene algo de comedia, pero con una intención diferente a otras que hice. Algo que está más anclado en el drama del amor, en lo melodramático, en el cine clásico. La pelÃcula está compuesta de una serie de géneros que confluyen y hacen que sea distinta a otros proyectos que tuvo Néstor (Montalbano). Siempre hay algo que te conecta, pero después también hay una disposición de hacer una pelÃcula en otro tono. Eso fue lo que más me gustó.
–Las corredoras se filmó en 2022, ¿cómo es la mirada del actor al retomar el material después de tanto tiempo?
–Cuando no se estrena inmediatamente, no es que queda en el olvido, pero perdés el registro de la pelÃcula. Siempre es necesaria una segunda mirada, para ver la pelÃcula en su totalidad, no solamente tu parte. Son procesos distintos. Al principio lo que te preocupa es si hiciste bien o no tu trabajo, cuando finalmente está montada podés sumar también la mirada del director, porque seguramente él está viendo algo que vos no. Recién ahà aparece la magia.
–¿Y qué ves hoy de tu trabajo?
–Me gustó haber llegado a eso. Vuelvo a conectar desde una mirada agradable. A veces también es bueno ver la pelÃcula tres años después. Hay algunas cosas que rescato mucho más cuando las veo después de un tiempo, y otras que a la distancia no me gustan tanto.
–¿Por qué?
–Porque hay una distancia que es lógica. Porque eso que hiciste lo hiciste en un momento distinto de tu vida, distinto en lo polÃtico, en lo social.
–Hablame de Verónica, un personaje que se vuelve el pÃvot de toda la historia, y que imagino que habrá sido todo un desafÃo llegar a componerlo.
–No recuerdo haber hecho antes un personaje asÃ. Cuando vean la pelÃcula van a entender porqué. Ya desde ese lugar me obligó a encararlo con otra rigurosidad. Es alguien que está desvalido, agobiado emotivamente, con un amor que sufre. Desde ese lugar yo me puedo permitir pensarme desde mi heterosexualidad como un hombre que sufre por amor a la mujer, pero colocarme en el sufrimiento de ese personaje para mà fue alucinante. Vi algo ahà que era complejo. Es en esos momentos cuando te desprendés del “actor cómicoâ€.
–¿En algún momento tuviste miedo que el personaje mediático opacara al actor multifacético?
–¿Sabés que no? Nunca tuve esa contradicción y nunca me persiguió algo del tipo: “Ay, ¿cómo me reconocerán?â€. A mà me reconocen por los programas de humor en los que participé, pero sobre todo por algunos personajes. Me encanta que sea asÃ, no tengo el problema de querer demostrar nada. Ya incursioné en otras cosas que no tenÃan que ver con el humor, que se vieron más o menos, pero que no era una cuestión de posicionamiento sino de involucrarse en un proyecto. A mà me gusta actuar y superar dificultades. Si Néstor me pedÃa hacer este personaje muy exagerado, como a lo mejor fue el de No llores por mÃ, Inglaterra, yo iba a sentir que hay algo de un modelo de actuación que estoy repitiendo.
–¿Hay algo de lo que hiciste que hoy ya no te divierte?
–No, lo que sà hay son personajes que me gustan más o menos. Lo que no volverÃa a hacer es el programa como lo hacÃamos.
–¿Te referÃs a Peter Capusotto y sus videos?
–Exacto. De volver a él lo harÃa en un formato más corto, eso me parece más interesante. Me juntarÃa con Pedro (Saborido, guionista y cocreador de la idea) y harÃamos una historia de humor, pero que no necesariamente tuviera que ver con los personajes reconocibles. Y me gustarÃa que fuera en las redes.
–Pero vos no tenés redes sociales.
–No tiene nada que ver. A mà no me importa tener redes, pero sà me importa desde la ficción que los personajes circulen más por ahà que en la televisión. Ya no quiero hacer un programa como el que hacÃamos, no me da la energÃa, ya no tengo la predisposición para hacer muchos personajes y asà llegar a completar una hora de televisión.
–Te escucho y pienso, salvando las distancias, en los especiales de Tato Bores.
–Totalmente. Me acuerdo que Tato hacÃa seis meses sà y seis meses no, también especiales. Yo harÃa un programa que dure 20 minutos con un concepto y no números sueltos. Con ese formato sà harÃa algo.
–La pelÃcula Peter Capusotto y sus 3 Dimensiones fue un poco el germen de esa idea.
–Claro, ahà ya habÃa un concepto. Igualmente con Pedro también sentimos que ya hicimos demasiado. Siempre le tuve miedo al final del programa, y a veces esto de no saber si volvés no es que sea un final anticipado, pero si no seguimos está bien también. Porque el programa sigue teniendo vigencia, y nunca terminó. El tema es si lo retomamos o no.
–¿Tanto te preocupan los finales?
–SÃ, porque me pasó tanto en Cha Cha Cha como en Todo x 2 pesos, que esos finales los sufrÃ, pero también entendà que los programas no daban para más, no habÃa nada más para hacer. Pero Peter Capusotto... fue tan tomado por Pedro y por mÃ, que es como una banda que empieza a ensayar y ensayar en su casa. Un dÃa va y hace un disco, después otro y después diez más. Los dos primeros son bárbaros, después le sigue un par que tienen algunos temas buenos pero se cayeron un poquito, y asà hasta que llega el último que mejora los anteriores. Para mà fue igual. Nunca terminó el programa, siento que da para continuarlo, pero si no, tampoco tengo problema.
–Participaste de tres proyectos: Cha Cha Cha en los 90, Todo x 2 pesos a partir de 1999 y Peter Capusotto y sus videos desde 2006, que marcaron el pulso del humor en televisión como ningún otro ciclo.
-También de Delikatessen, con el Negro Fontova, que lamentablemente duró muy poco. Es cierto, estuve en cosas muy puntuales. Fueron 32 años, de los cuales Peter Capusotto... duró diez y tuvo una pelÃcula. Ahora viene un papá que le dice al pibito de 10 años: “¿sabés quién es este?â€, y a lo mejor el nene no sabe. O sÃ, porque la madre o el padre le ponÃan el programa. Empiezan a aparecer varias generaciones atravesadas por los programas, que además son de distintas clases sociales, desde el cartonero hasta el gerente de una empresa.
–¿Y cómo tomás ese reconocimiento a tu aporte al humor?
–A mà me hace feliz. Porque lo que me está diciendo esa gente es importante para ellos, entonces algo debo generar. Pero un poco también ya lo sé, porque uno sabe más o menos si tiene talento para una cosa o para otra. Para un montón de cosas no tengo ningún talento, pero ser exageradamente humilde también es un chamuyo.
–Entonces un poco te la creés...
–No, me la creerÃa si dijera que después de mà quedó un vacÃo en la televisión. Cuando empezás a pensar en “tu público†te convertÃs en un pelotudo en dos minutos. El que juega al fútbol y sabe que juega bien es una cosa, ahora, si jugás bien pero creés que sos un crack, tenés otro problema. Hubo un momento del programa que estuvo muy arriba, por el año 2008 o 2009, ahà pasaba que me habÃa vuelto un personaje más público, ahora es más tranca. Aún asà sigue siendo convocante lo que hicimos, entonces eso en lugar de generarme un conflicto me da un sentido de vida.
–¿Cómo ves que tus personajes hayan tenido un renacer a partir de las redes sociales, mediante memes, videos o chistes?
–Como te decÃa, yo no me comunico a través de redes, pero que naveguen por ahà me gusta. Que circulen, ya no me pertenecen.
–¿Aun cuando se los vincula a un personaje público o a una forma de hacer polÃtica?
–Eso va a pasar siempre. Hay personajes que evidentemente van a reflejar o anticipar un escenario social. Claro que se pueden volver un reflejo de la realidad polÃtica o social, pero eso significa que han tenido su potencia expresiva. Cuando me hablan de los lÃmites del humor yo cuento que el odontólogo Barreda era fanático de Violencia Rivas. Lo sé por un periodista que le fue a hacer una nota y él le decÃa parlamentos enteros. Ella probablemente lo hubiera matado antes que él a ella, pero andá a saber a quién le hacÃa acordar. O Robledo Puch, que era fanático de Todo x 2 pesos y un dÃa se enojó conmigo porque lo nombré. Vos hacés el programa para que lo vean y recién después te das cuenta hasta dónde llegaste.
–Esa es la mirada del actor pero, ¿cuál es la del ciudadano?
–Cuando vos estás haciendo humor, siempre contás la realidad de otra manera, más forzada, más exagerada. Después la realidad te indica que hay personajes que son aún más exagerados que lo que vos creaste. A veces me asombra, que es lo mejor que me puede pasar. Es obvio que un personaje como Micky Vainilla hoy se parece a un montón de gente.
–También hay lugar para Violencia Rivas en esta actualidad...
–SÃ, claro, pero viste que Violencia Rivas tiene un discurso más anarco, más relacionado a la idiotez humana. Lo que hay es gente que grita como ella. Violencia Rivas es un personaje que incomoda pero no dice boludeces. En muchas cosas estamos de acuerdo. Ahora lo que sà es cierto es que hay una imbecilidad o una trama mucho más siniestra en algunas personas. Son los chantas que existen hoy más que nunca. Cuando Fidel Pintos los hacÃa en Polémica en el bar ya habÃa, pero hoy hay cada vez hay más.
–¿Por qué pensás que sucede ese fenómeno?
–Porque la clase polÃtica medio que desapareció, y ahora hay “voceros†que llevan la discusión polÃtica, pero que son casi personajes, que tienen que hablar o instalar un escenario polÃtico de una manera tal que impacte, que rebote, pero donde no hay un análisis polÃtico ni mucho menos. Lo que hay es un golpe, una provocación para que vos te pongas de un lado o del otro por completo. Eso es tremendo, hay poco espacio para el debate polÃtico y más para la afrenta o para el impacto.
–No solo en lo polÃtico, hay un personaje en esta edición de Gran Hermano que utiliza los mismos recursos y se convirtió en el más popular y convocante.
–No me cabe la menor duda. Capaz que incluso se lo han dicho: “Cuanto más parecida a Milei seas, mejorâ€. Atraviesa todo. Después los de Gran Hermano terminan siendo formadores de opinión, y ahà listo: cagamos.
–¿Te considerás una figura pública?
–A mà me han construido los personajes, yo no soy una figura pública y asà me gusta que sea. Yo me voy a morir y los personajes van a seguir vivos. Prefiero hacer teatro en primera persona que aparecer en los medios porque sÃ. Ahora porque estamos reunidos en torno a un hecho artÃstico como es Las corredoras, si no, no soy de dar notas por mÃ. No me interesa ir a un programa como el de Andy Kusnetzoff o cualquiera de esos que te hacen preguntas Ãntimas, en los que tenés que hablar de cuando nació tu hija o cuándo fue la última vez que lloraste. A eso le rajo. ¿No voy al psicólogo y te lo voy a decir a vos? Para eso se lo cuento a un amigo, no a un conductor de televisión.
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